El encanto de ser viejo
Entras en el Teatro Lope de Vega y encuentras un escenario desprovisto de cualquier adorno superfluo: tres sillones, un sofá, un largo piano de cola y un reloj de pared, que marca durante toda la representación una única hora, termina de vestir la decoración, una pared de donde cuelgan posters de musicales y obras de teatros.
Una bombilla cuelga desnuda de un techo que se adivina oscuro. La iluminación apenas existe y la decoración aparece simple y desabastecida. No hay nada; nada, porque no hace falta más para asistir a un musical que no se ajusta en absoluto a lo que estamos acostumbrados a ver en lo que se refiere a este tipo de espectáculo.
En “Forever young”, la obra de la que hablo, no hay una gran orquesta. Apenas un piano y, ante el teclado, un gran músico: Marcos Cruz, que será el encargado de hacernos llegar la banda sonora de la vida de los ancianos, que irán apareciendo sobre el escenario, y de la nuestra.
La obra, dirigida por Tricicle, nos invita a dar un salto en el tiempo. Corre el año 2050 y nos encontramos en un asilo de ancianos. Cada uno de los actores se representa a ellos mismos con “unos cuantos años más”. María Adamuz, Jacobo Dicenta, Dulcinea Juárez, Armando Pita, Edith Salazar y Rubén Yuste son presentados por lo que fueron: un pianista, una activista musical hasta que ganó el Festival de Eurovisión en 2019, okupas, raperos, góticos, hippies, miembros del 15-M y del 15-S y un exhippie que acompañó a Miguel Ríos en sus doce giras de despedida.
Pero la realidad a la que son devueltos una y otra vez, corre de la mano de una enfermera jubilada en el año 2047, que trabaja en la residencia para completar la exigua pensión y que está interpretada por Edith Salazar. Conocida por su paso por el programa de televisión, Operación Triunfo, como profesora de técnica vocal y canto. Quizás su papel sea el más flojo, pero a la hora de cantar, demuestra porque es ella y no otra la que tiene que animar, a su manera, a los ancianos que se rebelan una y otra vez.
Ella les recordará a cada uno de ellos cómo han llegado a esa edad, la situación en la que se encuentran y el fin al que están abocados más pronto que tarde: primero los invita a cantar como si fueran niños pequeños en el colegio y les hace tocar las palmas en una canción infantil que devuelve a la más tierna infancia a esta pandilla de viejos rockeros, para más tarde hacerles un recorrido por los sinónimos de la palabra muerte: diñarla, palmarla, espicharla, fin y así un largo etcétera que hará enmudecer de miedo a los pobres viejos.
En esta obra no encontramos la estructura clásica dividida en tres partes, sino momentos cómicos y musicales encadenados entre sí que, apenas dejan un momento de respiro al espectador, ya que la risa está garantizada de principio a fin.
Y ante lo que podría parecer una sosería, encontramos un magnifico trabajo de un cuadro actoral sobre el que recae el peso de esta obra que fue descubierta por los miembros de Tricicle cuando en una visita a la ciudad de Oslo, vieron el cartel del espectáculo y asistieron dos días consecutivos a la función por la fascinación que despertó en ellos, a pesar de no entender nada del idioma noruego.
Las voces son magníficas, las lentas coreografías realizadas de manera torpe por la edad y los diálogos de los que seremos dentro de unos años, es todo un canto a las ganas de vivir. Un recuerdo constante al Carpe Diem y un aviso para todos de que nada es eterno.
Momentos de reflexión mezclado con grandes éxitos del pop y el rock de todos los tiempos y para todas las edades: Nirvana, Led Zeppelín, Alphaville, Gloria Gaynor, The Beatles, The Rolling Stones, Bob Marley o Lou Reed, entre otros.
Momento memorable: cuando uno de los ancianos interpreta un pouporrí musical con extractos de canciones donde mezclará grupos extranjeros con españoles para que la obra resulte más cercana al público español. Así, canciones como Roxanne, Light muy fire, Drive My Car, My Generation, No woman no cry; quedarán enredadas con, Vivir así de Camilo Sesto, Libre de Nino Bravo, Bandido de Miguel Bosé, La chica de ayer de Nacha Pop o la Puerta de Alcalá de Victor Manuel.
Y para momento mágico, cuando la actriz Dulcinea Juárez, con el mismo carácter que la Dulcinea que no ve el Quijote, canta, con un hilo de voz lleno de añoranza, la canción que da título al musical: Forever Young…I will survive.
También habrá recuerdo para el teatro: Romeo y Julieta, La casa de Bernarda Alba, Hamlet, Don Juan Tenorio y, como no, La vida es sueño, serán recitados por unos actores completos, que van a demostrar a un publico entregado desde el minuto uno, que el teatro es verdaderamente el gran escenario del mundo. Que no hay diferencia entre los que están arriba y los que están abajo y que, unos y otros, interpretamos la misma obra con un mismo final.
Y como reza en el programa de mano de la obra y a modo de recomendación para finalizar: “señoras, señores, este mundo esta lleno de gente de todo tipo. Blancos y negros. Ricos y pobres. Buenos y malos. Y aunque, en muchos aspectos, todos somos diferentes, lo cierto es que todos tenemos algo en común: todos envejecemos. Y la verdad, y lo digo por propia experiencia, envejecer no es la bomba. Así que, cuando alguien os diga que hay un más allá, no le hagáis caso. El más allá esta aquí. En este. Sin ensayos, en un único plano secuencia de una sola toma. Así que no lo desperdiciéis, vivid cada momento y, por favor, no dejéis que nadie os amargue la vida”. Ricardo Castillo, 98 años.
“Mañana será otro día…o no”, Edith Salazar (la enfermera), al apagar las luces de la residencia y de la función.
Fuentes: Representación musical "Forever Young" en Teatro Lope de Vega de Sevilla. 20 y 21 de octubre
Youtube.Fuentes: Representación musical "Forever Young" en Teatro Lope de Vega de Sevilla. 20 y 21 de octubre
Redacción: Mª José Andrade Alonso
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